martes, 30 de octubre de 2007

Pelogoticoemokemon Skater con un toque Ondulais…


Después de haber disfrutado de una magnífica tarde de sábado, empapada por la ópera y el sol primaveral, uno podría llegar a pensar…¿qué puede salir mal? Pues bien, he aquí la historia…

A eso de las cinco de la tarde del sábado recién pasado, me encontraba yo en una de las sillas del Teatro Municipal de Santiago, esperando el comienzo de Die Zauberflöte, de Mozart. Luego de una electrizante obertura –matizada por una anciana senil que me irritaba con un papelito de dulces singularmente crepitante- y de innumerables arias y recitativos, el singspield terminó en una atronadora seguidilla de aplausos y vítores que, a mi juicio, fueron excesivos para la Reina de la Noche. Podría decirse, coloquialmente, que “anduvo güateando”, no sólo por su evidente obesidad, sino también por su desafinación en el aria Der Hölle Rache Kocht In Meinem Herzen. Sin duda alguna, Hannibal Lecter hubiese disfrutado un delicioso Chianti con el exquisitamente bien preparado hígado de la cantante.

Bueno, bueno; pero no es de la ópera de lo que quiero escribir, sino de lo que vi fuera del teatro. Acabados los aplausos, salimos a la calle para llegar al auto de mi muy buen amigo, personal e intransferible, que me regaló la entrada a la función. Cuando estábamos a tiro de piedra de la entrada del teatro, mis más profundos temores afloraron… Torciendo la esquina de una de las calles, veo pulular hacia mí a un ser arrancado del mismísimo averno. Instintivamente, mi mano abrazó mi cuello, como queriendo proteger desesperadamente mi vena yugular del ataque inminente que se avecinaba. Las pupilas dilatadas, el sudor frío y la sangre corriendo a galope tendido a mis piernas estuvieron a punto de hacerme el poseedor del record de los 800 metros planos. Sin embargo, cuando él (o ella, no logré darme cuenta) hubo avanzado unos cuantos pasos más, me di cuenta de que no era más que un mocoso irreverente vestido de negro y equipado con más púas que un cactus. Ni hablar del corte de pelo y el peinado que llevaba… de los más sui generis.

En fin, una vez recuperado del susto, él/ella/eso cruzó frente a mí, no sin antes ganarse, por supuesto, una mirada asesina de mi parte, como queriendo decir “que falta te hace el servicio militar” (gracias papá por la frase). En todo caso, debo agradecer al pseudo vampiro por inspirarme a escribir sobre las nuevas (o evolucionadas) subespecies que caminan, reptan, saltan, gritan, muerden y/o pinturean por la ciudad.

Y es que con tanto bicho raro, ¿quién no se resiste a un ninguneo? Enumero: Pelolais, Ondulais, Emo, Gótico, Pokemon, Skater, Biker, Poncio y sepa Dios que otra cosa más.

Que tragicómico tener que disfrazarse y aparentar algo tan discordante con la naturaleza humana para llegar a ser aceptado. Estas situaciones ya no pasan por el mero hecho de ser conservador o liberal en cuanto a costumbres entendemos. Lisa y llanamente, los padres han perdido el total y completo poder sobre los hijos, subyugándose la figura paterna a un mantenedor simplón e ignorante, incapaz de adaptarse a “los cambios” de la época.

Francamente, ¿quién es capaz de vivir con una persona que vive en una depresión crónica o con una pinturita cuyo mayor orgullo es juntar las palabras “gaia” y “lenda” en una misma frase? ¿Quién puede tolerar a una persona que confunde la cintura con los muslos, llevando los pantalones a alturas irrisoriamente desconcertantes?

Hace no más de un mes, mientras viajaba una de las maravillas del transporte público, subió una niña, de no más de 16 años, vestida de escolar que, literalmente, me hizo estallar de la risa en su cara. Por la expresión que puso, deduzco que ese era exactamente el efecto que quería lograr. Su “personaje” –porque dudo que pueda llegar a ser así realmente- consistía en la figura de una estudiante, de rasgos marcadamente caucásicos, pero con deseos irrefrenables de ser oriental. Sus ojos estaban pintados de modo que intentaba –porque no lo lograba- parecer una oriental, resaltando unos distinguidos y vistosos brillos rosados y dorados. Su pelo, teñido de todos los colores disponibles en el mercado nacional e internacional, hacían perfecto juego con un chupete fucsia que meneaba en su boca a más no poder…¡16 años!… I mean…get a psychiatrist urgently!!!

Debo decirlo –y me perdonarán mis lectores- ¿se supone que esta mierda es el futuro de Chile? Si tengo que compartir mi futuro con esta tropa de vagos, depresivos, payasos, simplones e ignorantes; prefiero seguir los consejos de Fray Luis de León en su “Oda a la Vida Retirada” y vivir en las montañas o, en su defecto, irme a una isla desierta a parlotear con cuanto primate encuentre (sin duda alguna tendrán algo más interesante que decir que la fauna nacional).

Honestamente, una buena paliza y un “¡a trabajar!” no vendrían nada de mal, miren que para ver imitaciones de personas y seres del sub-mundo, basta encender el televisor en las mañanas o en las noches… uno que otro opinólogo, intentos de periodistas y la Marlencita son suficiente ridiculez para el pueblo…


Nota al margen: Que me perdonen Mozart y Fray Luis de León por nombrarlos en el mismo artículo que semejantes engendros.

lunes, 8 de octubre de 2007

Los Cuatro Huasos


Mis queridos lectores: en esta ocasión no vengo a ningunear. Quiero compartir con ustedes un poco del folclore chileno olvidado... Ese olvido del que Chile sabe tanto... Un homenaje a Don Fernando, mi abuelo que se ganó un pedazo de historia...

Zig-Zag, 1955

Hace veintiocho años que se cumplió aquel milagro. El milagro que operaran cuatro jóvenes "bien", vinculados a distinguidas familias chilenas, que realizan la bonita humorada de vestir un día el traje típico de nuestros huasos, rasguear la guitarra y echar al aire las hermosas tonadas y cuecas campesinas. Lo que empezó siendo una diablura, para animar el fin de fiesta de una velada bomberil, debía trocarse con el tiempo en algo muy serio y significativo: el respeto por el cantar popular, dándole prestancia y categoría.

Y era que la tonada y la cueca estaban postergadas. Y la guitarra arrinconada por ahí, tras el viejo sillón de la abuela o tirada, dormitando una larga siesta, arriba del ropero. Era la "segundona" como debía llamarla nuestra Gabriela Mistral en uno de sus mejores artículos que escribiera sobre Los Cuatro Huasos.

Porque de ellos es de quienes queremos hacer recuerdo en esta nota periodística, cocinada al calor de estas nuevas fiestas dieciocheras que han venido a encendernos el corazón de ese espíritu patriótico que corre piel adentro, inextinguiblemente.

Y fuimos a ver a "Los Cuatro huasos", esos cuatro mosqueteros que llevaron la cueca a los salones más aristocráticos, la pasearon exitosamente por toda América y la clavaron, por fin, como un banderín triunfal, en pleno "Waldorf Astoria", de Nueva York.

Los años también han corrido para ellos. Los apuestos mocetones veinteañeros de 1927 ahora peinan canas; el viento se entretuvo pintándoles arrugas en el rostro; unos enflaquecieron; otros engordaron; tienen hijos casaderos, y un par de babuchas les espera cada tarde junto al fogón hogareño. Pero una cosa no se ha extinguido en ellos: el espíritu jovial de hace 28 años se mantiene intacto...Hoy, igual que ayer, cantan y pulsan la guitarra...En sus voces cabritea otra vez la vieja cueca que les enseñara don Emiliano Figueroa Larraín, allá en Reñaca: "Esta cueca es de Reñaca donde las palmas dan leche, y la miel...la dan las vacas."

EN UNA VELADA BOMBERIL

El conjunto de "Los Cuatro huasos", nació a la vida el 27 de Julio de 1927, con ocasión de un beneficio que realizó la 1ra Compañía de Bomberos de Santiago, de la cual Raúl Velasco era y es voluntario. Él estaba encargado de organizarla y -para darle mayor animación- ideó formar con otros tres amigos un conjunto para cantar canciones populares chilenas...Y hablé con Eugenio Vidal Tagle, Jorge Bernales Valdés y Fernando Donoso Silva, quienes aceptaron encantados la idea -nos cuenta Raúl Velasco-. Lo grave fue cuando me di a la tarea de buscar los trajes. A duras penas me conseguí tres aperos, y cuando llegó nuestra primera presentación en le Teatro Victoria, cuando se descorrió el telón, aparecimos ya ubicados: dos de pie y dos sentados, pero de los primeros uno calzaba la bota la bota del lado derecho y el otro la del lado izquierdo. Como estaban detrás de nosotros , nadie notó el truco...
-Ese fue el principio. Gustó tanto nuestro número -agrega Bernales- que se nos pidió que siguéramos cantando. Para nosotros esto era un poco violento, ya que todo había empezado siendo una humorada. Justamente había sido la mamá de Eugenio Vidal quien nos había metido en la cabeza la idea de cantar cosas chilenas. Era Misia Anita Tagle, que también las cantaba. Nos entusiasmamos. Nos conseguimos unas guitarras con nuestras cocineras, aprendimos tres posturas...y nos lanzamos. Poco otro empresario nos hizo debutar en el Teatro Dieciocho, con el nombre de "Cuarteto Criollo Chileno"...En una de las últimas noches acertó a vernos otro empresario, el señor Valenzuela Basterrica, quien se entusiasmó y nos contrató a su vez para que actuásemos en el Carrera, que era en aquellos años el teatro de moda. Pero como no le gustó nuestro nombre, nos bautizó como "Los Cuatro Huasos", presentándonos con una propaganda pocas veces vista hasta entonces.

Fue el número que hizo más suceso por aquel tiempo. La gente hacía cola por ir a escuchar a esos jóvenes que "cantaban tan bien las cuecas y las tonadas". Entonces Fernando Donoso era estudiante de Derecho; hoy está casado y es padre de dos hijos. Es un alto funcionario de carrera en el Ministerio de Relaciones Exteriores. En Octubre viajará Ginebra como Cónsul General y Delegado de Chile ante las Naciones Unidas; Jorge Bernales estudiaba arquitectura y hoy es un brillante profesional; Raúl Velasco trabajaba como "junior" en el Banco de Chile y ganaba $ 159 mensuales. Hoy es un alto jefe de publicidad en Storandt Ltda. Finalmente Eugenio Vidal estudiaba Ingeniería Eléctrica, murió en 1935 víctima de una tísis galopante.

El conjunto de "Los Cuatro Huasos" se ha formado y se ha silenciado en cinco oportunidades diferentes. Pero siempre renace, como el ave Fénix, esplendoroso y optimista. He aquí las cinco etapas : 1) 1927, Bernales, Vidal, Donoso y Velasco. Actuaciones en Chile, Perú, Ecuador y Argentina; 2) Bernales, Donoso, Mondaca y Aníbal Ortúzar. Dura 12 años. Actuaciones en Argentina, Brasil, Perú , Uruguay y Estados Unidos.. 3) Bernales, Mondaca, Ortúzar y Fernando Silva. Actuaciones en Radio Soc. Nacional de Agricultura (1950) , y 5) Bernales, Donoso, Velasco y Mondaca. (1954-1955). Grabaciones RCA Victor.

Desde que nació el conjunto, en 1927 hasta ahora han transcurrido 28 años. Después de tanto tiempo, están reunidos los mismos del comienzo, salvo lógicamente, Vidal, que duerme el sueño eterno. En su lugar está Carlos Mondaca, hoy abogado de prestigio.

Ha sido un conjunto millonario. Nunca hubo artistas mejor pagados, y justamente en aquellos años cuando nuestro peso tenía más consistencia, hicieron una gira a Puerto Montt, y cada uno regresó con $ 100.000. A los tres meses de su primera aparición en un escenario, volaron a Argentina, donde cantaron durante siete meses consecutivos. A su regreso los contrató Don Francisco Sanfuentes, para que cantasen en el Teatro Principal. La platea valía entonces $ 8 y todos los días se agotaban las localidades. Don Pancho les pagaba $ 4.000 y una botella de whisky diarios. Eran potentados. Tenían auto, comían todas las noches en Becker, se vestían en la Sastrería Príncipe de Gales y veraneaban en Zapallar.

En 1939 volaron a Estados Unidos, enviados por el gobierno de Chile, para que cantasen en el stand chileno de la exposición de Nueva York. Gustaron tanto, que de inmediato los contrató la National Broadcasting Co. (NBC) y luego hasta el elegante " Waldorf Astoria " para que cantasen durante 7 días...pero los aplaudían tanto, que la dirección les prorrogó las actuaciones hasta completar 21 días....en circunstancias que años antes el popular Carlitos Gardel apenas cantó una sola noche, allí cantaban "Ay, Ay, Ay" , "Ramito de Toronjil", y un pie de la cueca "La Palma" . Siempre igual. No les permitían salirse de ese programa. Los presentaba la famosa Orquesta de Xavier Cugat a los acordes del "Ay, Ay, Ay" de Perez Freire. En esa ocasión fueron los primeros artistas latinoamericanos que cantaron en un programa de televisión en EE.UU.

Cerca de doscientos discos han grabado hasta ahora "Los Cuatro Huasos" . Pero de esas primeras tiradas ya no quedan ejemplares. Ahora la RCA Victor los reunió de nuevo, para regrabar los viejos éxitos de antaño: "Matecito de Plata", "Bajando P´a Puertro Aysén", "Ay, agüita de mi tierra", "La Palomita", "La Palma", "Río, Río", " El Rodeo", etc. Los cuatro mosqueteros de la canción chilena continúan defendiendo de esta manera, con sus sonoras guitarras, el prestigio de nuestros cantares tradicionales. Bien por ellos.

Escrito por O. Muñoz-Romero.

domingo, 23 de septiembre de 2007

Y se nos jué el dieciocho gancho...


Bueno...me temo que llegó el minuto de los balances.

Ha pasado el feriado de fiestas patrias y no nos queda más que desmenuzar el panorama.

Como todos sabemos, nuestras queridas celebraciones patrias son el momento ideal para compartir y disfrutar la alegría de ser libres y tener nuestra propia identidad. Es el momento de sentir el orgullo de ser chilenos...

Como no sentirse orgullosos... cinco días de fiesta (bueno, para algunos fue el 15, 16, 17, 18, 19, 20, 21, 22 y 23 de septiembre). La fiesta nacional de la borrachera y el desenfreno...¡orgullo total! 3.237 calorías diarias en promedio y medio kilo extra por día...¡estupendo! ¿Qué nos queda por delante? Bueno, además de los 41 muertos en accidentes de tránsito debidos al alcohol, pronto vendrán los infartados y cirróticos. Nada que decir. Como dice mi padre... "equilibrio ecológico"... ¡que cierto!

290 millones de dólares perdidos el 17 de septiembre (podrá extenderse la cifra a los días posteriores) y 65 sumarios sanitarios en las pulcras fondas.
¡Tiqui tiqui tí! Me fascina esta fiesta... es innegable que uno se entretiene viendo los espectáculos dieciocheros. Que manera de haber gente haciendo el soberano ridículo.

Ni hablar de los bailes... pido encarecidamente a mis queridos lectores que vean el baile de la "Presidenta" y el alcalde Alcaíno en Youtube. Podríamos clasificarlo como "decente", muy por sobre la "cueca" que el gallardo y protocolar vocero de gobierno intentó ejecutar. Honestamente, fue patético.

Yo soy de la opinión que este tipo de acontecimientos deberían de estar regulados por un protocolo. Me parece un poco indecente que las máximas autoridades de gobierno se expongan a semejante circo. La cueca es el baile nacional y por lo mismo, merece un mínimo de respeto. Debo decirlo, la clase y educación del señor Lagos no sólo quedan demostradas en su manera de hablar, sino también en su respeto a las tradiciones... What a gentleman, we can say.

¡Ah!... casi me olvido. Que elegancia la de nuestra querida mandataria. Se veía estupenda es su vestido de "satín" anaranjado. El corte del vestido (el mismo que puede verse en todas las prendas de su armario) acentuaba su figura más que nunca. Hay que decirlo: "regia, estupenda". Y nuestro distinguido vocero... nada que decir, el traje que llevaba puesto me recordó una especie de fusión entre un empleado fiscal amargado, un carnicero de la Vega refinado y un futbolista con su chaqueta bien abotonada... imponiendo la moda... Armani, Versace o Dior, de seguro. Y el corte de pelo... y la barba desgarbada... ¡TOP!

En mi infinita ignorancia yo me pregunto ¿será muy caro contratar a un asesor de imagen? Con uno que otro peso extra que el señor Lagos "senior" ganó muy honestamente cuando ejercía funciones en los ministerios de obras públicas y educación, y en la presidencia de la República, la actual mandataria y sus séquito de colaboradores podrían contratar varios cientos de asesores estéticos... vaya la falta que les hace.

Sinceramente pienso que hacen falta un par de ajustes "drásticos" en nuestra querida franja de tierra. 189 años de Independencia y las cosas no cambian mucho...

Mis estimados, me despido. Espero que hayan pasado unas festividades muy austeras y tradicionales, disfrutando de una que otra empanada insalubre de perro en alguna de las innumerables fondas de mala muerte, amenizado por supuesto con alguno de los tradicionales bailes chilenos como la cumbia y el "rascatón".

Sin más, no me queda más que decir "menos juerga y a trabajar se ha dicho"...

jueves, 6 de septiembre de 2007

Tiqui tiqui tí... ¡Viva el Rey!


Y llegó septiembre...se nos viene el 18 cabros...

¡Viva el Rey de España entonces!...

Es en estas fechas cuando me viene a la mente el recuerdo de esas eternas clases de historia del colegio dominadas, mayoritariamente, por un sopor incontenible... Y es que pocos pueden olvidar los largos monólogos de los profesores de historia, atestados de fechas y nombres difícilmente recordables.

Debo confesar que me gustaban. Pese al ambiente nauseabundo que se generaba en las salas de clases, causado por el calor de la masa estudiantil sobrecargada de hormonas y energía, desarrollé un cierto gusto por la historia, en especial cuando se trataba de la nacional.

De hecho, fue en esas circunstancias cuando comencé a generar esa cierta disonancia, que algunos detestan en este humilde blogista, con los estereotipos nacionales. En una de estas clases recibí uno de mis primeros impactos al orgullo nacional: “El 18 de septiembre de 1810 se celebró la primera Junta Nacional de Gobierno”, diría un profesor cuyo nombre no recuerdo.

Vale... Carlos IV y su hijo Fernando VII abdican forzadamente en favor de Napoleón quien nombra a su hermano, Pepe Botella, como nuevo Rey de España...En todo este desastre, Mateo de Toro y Zambrano, Gobernador de Chile entre 1810 y 1811, decide llamar a un cabildo abierto el día 18 de septiembre de 1810 para determinar como tomar las riendas de un territorio con una autoridad prácticamente acéfala. Bueno, cuento corto y en resumidas cuentas, fue entonces cuando Chile se declaró...FIEL AL REY FERNANDO VII...¡Plop!...

No veo la palabra “independiente” en ninguna parte. De hecho, todas las instituciones monárquicas como la Real Audiencia y el Supremo Consejo de Regencia de Cádiz fueron reconocidas con las atribuciones que ya tenían desde la Colonia.

Entonces, ¿alguien puede explicarme por qué se arma tanto alboroto con el “bicentenario de la Indepencia”?... Hasta donde yo sé, esta célebre fecha no se celebrará sino hasta el año 2018, y no en tres años más.

Siendo generosos, por lo menos el 70% de los chilenos jura al cielo que la Indepencia de nuestro país fue el 18 de septiembre (no pidamos años, por que “no importa mucho”). Bueno...”es que la Patria Vieja empezó en 1810” dirán algunos. Claro, ahí comenzó ese hermoso periodo donde nombraríamos el primer Congreso Nacional, elegido a regañadientes y con más mesura que aires independentistas. Ese pujante periodo de desarrollo y crecimiento que duraría nada menos que la no despreciable suma de...cuatro años...tras los cuales el Imperio volvería a tomar mando de lo suyo en el desastre de Rancagua, donde el exaltado O'Higgins y los suyos escaparían a Argentina. Más tarde volverían, junto a San Martín, a liberar a Chile de la opresión absolutista que se estaba viviendo, hecho que se selló en la batalla de Chacabuco. Sólo un año después, el 12 de febrero de 1818, O'Higgins, ahora Director Supremo de la Nación, proclamaría la Indepencia de Chile.

Entonces, en estricto rigor, el 18 de septiembre celebramos la fidelidad al Rey de España, y el día 12 de febrero, fecha de la Indepencia de la Patria, no es ni feriado, ni mucho menos parte del recuerdo nacional.

Agradecería a cualquiera de mis queridos lectores si pueden encontrar otra colonia que, en desmedro de la celebración de la Indepencia, festeje la fecha en que se reconoció (y apoyó) la autoridad monárquica imperante...personalmente, lo encuentro insólito. No entiendo y dudo que alguna vez llegue a comprender el porqué de esta celebración. En fin, me consuela pensar que son estas cosas las que le dan el toque pintoresco y especial a nuestro país...

Así que ya saben...este 18 recuerden alzar sus copas de vino en nombre del Rey de España, izar la bandera del Reino y disfrutar unas ricas paellas, tortillas españolas y pucheros andaluces...y por supuesto, no olviden gritar “¡VIVA EL REY!”...

sábado, 25 de agosto de 2007

Sueldo Ecléctico


Sueldo mínimo, sueldo ético, sueldo digno...whatever.

No importa el nombre que se le dé. El tema del sueldo mínimo va a ser siempre un dolor de cabeza.

Sin duda alguna, la proposición de Monseñor Goic no dejó indiferente a nadie. Mientras unos la acogieron con suspicacia y cautela frente a los propios intereses, otros la vieron como un no despreciable salvavidas frente al creciente y cada vez más violento descontento social.

Ya me imagino como estará de contento el actual gabinete de gobierno (nótese que se hace alusión a esta entidad y no a la cabeza que la conformó, que es completamente insensible y sigue los designios de sus propios subordinados). Inflación al alza, huelgas y descontento social galopante agobian a nuestras estimadas autoridades quienes, como en innumerables ocasiones anteriores, han de utilizar cualquier medio de comunicación al alcance para desviar la atención de la masa...en su totalidad.

Y es que el denominado “quinto poder del Estado”, entiéndase “medios comunicacionales estatales y simpatizantes de gobierno” ha cumplido muy bien su tarea despistante y ensombrecedora de la realidad para la cual existe (basta recordar a Paul Schaeffer, Pinochet, Claudio Spiniak, las cuentas de Pinochet, las viejecillas marihuaneras, la casa de Pinochet, los “Femicidios” (palabra inexistente según la RAE), el auto de Pinochet, el papel higiénico de Pinochet, entre muchos otros temas memorables a lo largo de la historia).

Por estos días, los medios comunicacionales y las autoridades políticas, económicas, eclesiásticas e intelectuales nos han deleitado con una exquisita muestra de frívola civilidad. La Presidente de la República logró convocar a numerosos personajes de la fauna nacional para conformar el denominado Comité Asesor “Hacia un Chile más justo”. En mis escasos años de existencia, jamás vi un grupo más heterogéneo. ¿Será bueno o no? Esa es la pregunta clave. Hasta el momento, por lo menos, ayuda a renovar la imagen decrépita, jurásica, obsoleta y anacrónica de la izquierda chilena (centro-izquierda para quienes se sientan ofendidos).

Sin embargo, lo que más me extraña -y preocupa- es la ausencia del presidente de la central unitaria de trabajadores y de los altos representantes del empresariado. ¿Qué sentido tiene montar una obra teatral sin los protagonistas? ¿Alguien se imagina “Romeo y Julieta” sin Romeo ni Julieta? Francamente, me suena...excéntrico y desafiante, por decirlo de alguna manera.

Esperemos que este grupo de intelectuales izquierdistas, sacerdotes idealistas (y hasta un poco románticos), ministros reciclados y derechistas pasados de moda y agotados (una vez más, “centro-derechistas” para los que se sientan ofendidos) logren desarrollar un debate enérgico, consecuente con la justicia y enfocado en su fin primordial.

Pidamos al Señor (o al azar en su defecto, para mis lectores no creyentes) que el susodicho consejo no caiga en el eclecticismo superficial de políticas y puntos de vista económicos discordantes. Recemos (o crucemos los dedos) de modo que la demagogia para mendigar votos y el “calentamiento de sillas”, tan común en el ghetto político, no se impongan sobre el hasta ahora desinteresado amor por la justicia e igualdad.

Por lo menos en algo estamos todos de acuerdo... nadie puede vivir dignamente y mantener a su familia con 144 mil pesos. Esperemos que el diálogo, la buena voluntad y la diligencia se impongan para lograr la solución más conveniente para todos, así como se impondrá cuando los honorables de la Cámara aumenten sus asignaciones en 440 mil pesos dentro de unos días más. ¡Francamente!...

...En fin, como dice mi padre, “de todo hay en la viña del Señor”.

viernes, 3 de agosto de 2007

Mi muy querida Mishel…


Querida Mishel:

Pese al error de comenzar así esta carta (de “querida” cada vez te queda menos. Según una encuesta publicada, el porcentaje de “estima” hacia tu persona bajó de un 76% a un 69% entre marzo y julio. Y la tendencia se mantiene), aún te quiero. Pero contéstame una cosa… ¿Por qué se te ocurrió meterte en esta camisa de once varas?

No cabe duda que tu sonrisa, hermosura y oportunos comentarios hacen un bien enorme al país. ¿Quién no querría tener a semejante sílfide como presidente? Eres la Venus de América Latina. Y que decir de tu labia… que manera de articular tan buenos discursos… eres una oradora innata. Pero linda… ¿por qué?

No cabe duda que, como cualquier médico, tus habilidades administrativas y de liderazgo están excepcionalmente desarrolladas (bueno… el 53% de los chilenos no cree que lo seas, pero eso es un detalle, que importa lo que diga el pueblo). Al igual que el compañero Salvador, el único Presidente que ha sido médico aparte de ti, has sabido tomar las riendas del asunto y dirigirnos con sabiduría y maestría. Omitiendo algunos detalles “negros” de la historia, como la virtual quiebra del país y el suicidio de Don Salva en 1973, el compañero es un ejemplo digno de seguir. No cabe duda que los médicos son ideales para el cargo…

Pero una vez más, ¿por qué Presidente?... Querida amiga, tus ministros se sublevan y deciden cambios de gabinete por su cuenta. Tus opiniones no son tomadas en cuenta, no se te escucha y tu liderazgo cae. Todos claros signos de envidia y temor hacia tu persona. Y es que eres de temer. Fuerte y segura… definitivamente al nivel del todopoderoso, inmaculado, sabio e incorrupto Ricardo.

Aún así, creo que no deberías haber seguido la loable y bien estimada carrera política. Tu salud decaerá si sigues así. Cada vez más problemas atormentan tu cabeza y no hay persona que pueda resistir semejante tortura. Esperemos que el destino no te lleve a la misma suerte de tu padre. Nadie querría que te infartaras ante tales presiones. Sería una pérdida lamentable…

Querida Mishel, vuelve a tu casa. Cuida de tu hija (no nos gustaría verla con una segunda trombosis… tal vez sería bueno que te quedaras junto a ella y controlaras su salud, su vida deportiva… y también lo que “consume”. Como buen médico que eres, sabrás que una sobredosis de algún “producto potencialmente dañino” puede causar una trombosis). Cuida de los tuyos y descansa. Deja que otro continúe con tu labor… deja que otro lleve la cruz que voluntariamente decidiste acarrear.

Sabes que tu pueblo te apoya (41,5% según la encuesta). Sabes que seremos comprensivos si te retiras. Sé que en el fondo de tu corazón sabes que es lo correcto…sabes que en el fondo, es el momento de ceder ante los cerdos burgueses…

Con cariño, tu amigo

Seba

miércoles, 25 de julio de 2007

Ur-ba-ni-dad


“Conjunto de reglas que deben observarse para comunicar a nuestras acciones y palabras, dignidad y elegancia, y para manifestar benevolencia, atención y respeto a los demás”.

Así define el manual de Manuel Antonio Carreño –olvidado, despreciado y ridiculizado por la mayoría- al término “urbanidad”.

Asimismo, el autor establece que la urbanidad emana de los deberes morales, entendiéndose que sus preceptos tienden a conservar el orden y la buena armonía que debe reinar entre los hombres.

Mmm…“principios morales”, “respeto”, “armonía”…no veo tan claro que la masa tenga en evidencia estos conceptos. ¡Ah!, entonces ahí radica la ahogante falta de educación de nuestra gran mayoría. Y no me refiero únicamente a las malas maneras que son tan notorias a la hora de dirigirse hacia los demás o al sentarse a la mesa. La urbanidad se pone en práctica en todas las actividades del día a día, desde el momento en el que nos levantamos.

Los diplomáticos y representantes de los países tienen este concepto muy claro. Y para ello existe una academia diplomática donde se les enseñan las alquimias de las relaciones internacionales, así como las reglas propias de la urbanidad.

¡Mira tú!...entonces los representantes de Chile en el extranjero se preparan para comportarse de manera moralmente correcta…que interesante.

Además, toda persona educada que se precie como tal, habrá de aprender e interiorizar las costumbres del individuo con el que tendrá trato, así como de quién lo acoge. Ahhh…entonces ¿si voy al extranjero, deberé preocuparme de comportarme apropiadamente, de acuerdo a las costumbres que allá se tengan?...claro está, es moralmente correcto (deber) hacer eso.

Bueno, seamos sinceros, si salimos de nuestro país ¿quién se preocupa de la idiosincrasia del lugar a donde vamos? “Todo en esta vida tiene solución, menos la muerte” me dijeron desde pequeño. Y claro, para la conjetura anterior existe una solución. Cuando un extranjero visite nuestro país, o cuando un invitado se hospede en nuestra casa, inmediatamente se evidenciarán las reglas que allí se tienen por ciertas. ¿Para qué? Bueno, lógico, para que el visitante no se comporte de una manera incorrecta, sin saberlo. Entonces, es un deber moral que el anfitrión advierta estas reglas y, por lo tanto, el huésped las cumpla.

Entonces, ¿tenemos claro el concepto de urbanidad?...parece que no todos. A la mayoría de mis lectores le parecerá obvio lo que he escrito, pero un no despreciable porcentaje de la población no comprende ni siquiera el título de este artículo. En especial, me refiero a los “representantes” de Chile en el extranjero. No al cuerpo diplomático y a los políticos “bien instruidos”, preparados tras años de estudio, carrera y experiencia para ejecutar esta labor; sino a los deportistas, en particular, futbolistas, que enarbolan desmedidamente el nombre de nuestro país en las diferentes competencias internacionales (a propósito, felicitaciones a la “Rojita” por el premio de consuelo obtenido en Canadá… ¿cómo se dice?...eh… ¿“trice-campeón”?).

¡Urge preparación para estas personas! De un tiempo a esta parte, he pensado en la creciente necesidad para preparar a los deportistas chilenos, no sólo física y técnicamente, sino psicológica y moralmente también. Es apremiante meter en sus seseras algo de humildad y urbanidad. Y es que no es posible que ante una derrota evidente –a la que tan acostumbrado está el país en estos ámbitos- la ira domine a los supuestos representantes del país. Bastó acercarse un poco más de lo debido al oro para que los humos se subieran a la cabeza y la humildad quedara relegada al olvido…

Que decir sobre los castigos físicos propinados a los jugadores tras no acatar la orden que se les dio. Y es que los jugadores no pusieron en práctica (o nunca supieron) el principio que expuse anteriormente: “A donde fueres, haced lo que vieres”.

Conocida es la rigurosidad y el respeto por las normas que tienen los pueblos de origen anglosajón. Es así como la policía de estos países entrega una primera advertencia y luego actúa. Se les advirtió a los jugadores no cometer cierta acción. Al ver que no se cumplió la ORDEN, la policía procedió a actuar.

¿Fue desmedido el castigo? ¿Hubo acciones racistas involucradas? No lo sé, y mi opinión personal me la guardo. El punto es que si la “Rojita” hubiese sido un poco más observadora y conservadora, habría sido suficientemente moderada y prudente para acatar las órdenes.

Todo el mundo se enoja y efervesce ante una derrota, en especial si los afectados son de origen latino. Y es que los descendientes de la península somos sentimentales, espontáneos y solemos pensar más con el corazón que con la cabeza. Los anglosajones, por su parte, son más fríos y respetuosos de sus normas. ¿Quién está bien y quién está mal? La respuesta es obvia: ambos…o nadie.

Y es que cada uno es diferente y posee su propia idiosincrasia. La clave radica en distinguir esos rasgos y adaptarse a ellos cuando estemos de visita. Así como un occidental se sacará sus zapatos a la hora de entrar en una casa japonesa, así deberá comportarse una persona, y más los representantes de un país, cuando visite a otra: interiorizando y acatando sus reglas y costumbres.

Así que, queridos “representantes no diplomáticos”, con el fin de poner en alto el nombre de Chile, por ser un país de personas moralmente bien educadas (porque por logros futbolísticos no seguiría perdiendo el tiempo), bueno sería estudiar un poco los lugares y las personas que visitan, tomar una que otra clase de gramática, dicción y comunicación escénica, y asesorarse en imagen y vestuario. ¡Ah, señores futbolistas!, algunos mortales solemos acudir a librerías, que son lugares donde se venden o prestan un montón de papeles escritos y encuadernados llamados “libros”. En uno de esos sucuchos podrían conseguirse el manual de Carreño…por el cuento de la urbanidad digo yo, un “humirde” servidor…

viernes, 20 de julio de 2007

¡Marrón Glacées!


Tarde invernal. Plenas vacaciones, el cielo está nublado, la chimenea está encendida y el sopor invade el ambiente. En ese minuto me salta ese típico pensamiento que he sentido desde niño cuando veía a mi madre esmerada en alguna receta: “¡Tengo ganas de cocinar!”…

Me levanto del sillón del living en el que estoy sentado divagando y me apresuro a los libreros de la sala de estar. Apenas entro, me clavo en la sección de cocina y tomo el libro más gordo y pesado que encuentro. Resulta ser “La Buena Mesa” de Olga Budge de Edwards (edición 1963). Lo abro, paso la dedicatoria de mi abuela Cristina a mi madre y llego al prólogo. Y ahí me encuentro con las palabras que me motivaron a redactar este artículo, que, por esta vez, no pretende ningunear ni ironizar a ninguna persona o situación (tal vez algo se me escape), sino sólo valorar el placer de la cocina.

“Les connaissances gastronomiques sont nécessaires à tous les hommes puisqu’elles tendent à augmenter la somme de plaisir qui leur est destinée”.

BRILLAT SAVARIN

El autor, según mi hermano mayor, experto en estos quehaceres, resultó ser un célebre gastrónomo, extremadamente influyente en su época, de quién no pretendo referirme más (creo que ya hemos tenido suficiente historia en los artículos anteriores)…

Di vueltas y vueltas por el libro, hasta que llegué a la sección de dulces, postres y demás, y entonces…¡Paff!…¡Marrón glacées!, pensé ingenuamente. Me vi tentado a preparar el célebre postre siendo que no contaba con absolutamente ninguna castaña… Pero qué importa…soñar es gratis.

En fin, repasé la receta para comprobar que lo que recordaba se acercaba a la receta verdadera. Efectivamente no estaba tan mal. La receta no incluye grandes ingredientes, sino sólo castañas, almíbar suficiente y una que otra vaina de vainilla. Sin embargo, mi sorpresa vino cuando leí el final de la receta, el cual quiero citar:

“…No hay que tapar la paila, para que se produzca la evaporación y el almíbar se vaya poniendo más y más espeso. Esto, naturalmente, demora mucho, a veces veinticuatro horas.”

(“Marrón Glacées”, La Buena Mesa, página 826, edición 1963)

¡¿24 horas?!...¿quién en su sano juicio –a no ser de que tenga una esclava, lo cual veo improbable por estos días- puede pasar 24 horas cocinando un almíbar a fuego extremadamente bajo? Además, hoy en día las personas (con un paladar ordinario) valoran “comidas” –si es que pueden clasificarse como tales- hechas en 24 segundos, no en 24 horas.

Claramente, esta receta necesita una pequeña actualización, trayéndola desde el siglo XVII al XXI. Este tiempo de cocción es extremadamente exagerado y nadie, por muy amante de la cocina que sea, puede pasar semejante cantidad de tiempo en esta faena.

A estas alturas, decidí resignarme a cocinar una de las tantas recetas que tengo en mi memoria, para así poder entretenerme en la lectura de algunas de las chifladuras retrógradas del libro, que incluyen ingredientes que en mi vida he probado o, en algunos casos, espero probar.

Es en este punto donde pensé, ¿qué ha pasado con la cocina? ¿Dónde ha quedado el placer por cocinar y disfrutar un plato refinado preparado con dedicación y estilo?...

La sociedad actual los ha reemplazado por emparedados fabricados en serie, servidos con una degeneración decadente de la fritura que alguna vez los franceses inventaron con tanto orgullo.

“Quiero un mac-algo con un no se qué” o “Quiero un combo tanto”, finalizado con la pregunta clásica “¿Coca cola es tu bebida?”, como si eso le diera el toque de refinamiento al conjunto, son las exigencias más pronunciadas por estos días. Ni hablar de la industrialización plástica de las pizzas… ¿Cuántos gastrónomos italianos estarán revolcándose en su tumba?, cavilé...

Los ejemplos son innumerables y se dan desde el plagio y americanización de la comida cantonesa hasta las violaciones a nuestra propia comida chilena.

Y es que el mundo, en la vorágine en el que está envuelto en esta era, ha perdido la capacidad de frenar para disfrutar de un buen plato preparado en el tiempo justo que requiere. No se necesitan grandes gastrónomos, grandes recetas ni grandes ingredientes, sino solamente, la dedicación necesaria para lograr el objetivo de hacer que una comida sea placentera. Se ha perdido el placer de cocinar, que surge en la selección dedicada y delicada de los ingredientes, y que concluye en la presentación final, a niveles artísticos, de la preparación.

Cada vez más, los tiempos dedicados a nuestras comidas son menores, a niveles que nos llevan a adquirir platillos burdamente prefabricados, definitivamente menos nutritivos que la versión original y, sin lugar a dudas, mucho menos placenteros. Pocos son los paladares que se atreven a mezclar ingredientes nuevos y a elegir los perfumes más adecuados a las preparaciones, atreviéndose a generar innovadoras creaciones. El hombre simplemente se complace con “microondear” la prefabricación que esté en oferta en el “hiper-giga-mercado” y que trate de parecerse lo más posible a lo que ha comido durante décadas.

Definitivamente amo la antítesis de la comida rápida: la comida lenta. Amo preparar mis propias comidas y disfrutar en unos minutos lo que me tomó una o dos horas preparar. Me encanta ir al mercado a comprar cuanto ingrediente y especia pueda y, si pudiera, iría hasta la feria para poder elegir las mejores verduras y frutas y, de esa manera, cocinar y disfrutar de una comida placentera –la cual acompañaría diariamente con una buena reserva de un Cabernet Sauvignon, un Carménère, un Syrah o un Merlot si pudiera…

Así que, querido lector, le aconsejo que se detenga un momento, abra algún libro de recetas o replique alguna que haya visto alguna vez, y se preste a disfrutar de un platillo preparado por usted, lo cual, per se, le da estilo y refinación. Por mi parte, continuaré escribiendo una que otra cosilla para mis incondicionales mientras disfruto de un corto de café turco y un posillo de Chocolate Denver Pudding -preparado por mí e indiscutiblemente recomendable para estas tardes de invierno- gentileza de doña Lucía Santa Cruz…
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sábado, 14 de julio de 2007

Sobre el Homo chilensis y otras bestias


¡Sí estimado lector!, está leyendo bien… “Homo chilensis”. Y es que los chilenos somos tan especiales que he estimado conveniente clasificarnos en una rama paralela a nuestra especie, el “Homo sapiens”. Habrá de notarse que nuestra subespecie no ha sido denominada “Homo sapiens chilensis”, sino que solamente se ha utilizado la fórmula binomial descrita en un principio. Esto ha sido deliberadamente considerado por el autor (dejando la interpretación al lector) a la hora de insertarnos propiamente en el reino animal.

Entonces, ¿Qué es un Homo chilensis? En esta ocasión, haremos caso omiso de todas las clasificaciones biológicas y taxonómicas que nos caracterizan y sólo nos enfocaremos en los rasgos psicológicos y hábitos sociales que nos otorgan una distinción sobre el resto de la fauna latinoamericana.

Nuestra subespecie, por así decirlo, nace de una fusión entre diferentes culturas, extremadamente heterogéneas, la gran mayoría, provenientes de territorios distintos del que actualmente ocupamos. Y es que el Señor quiso que este rincón apartado estuviera deshabitado, pero el hombre, testarudo, lo pobló.

En primera instancia, nuestra querida franja de tierra fue ocupada por sociedades indígenas provenientes principalmente de los territorios conocidos actualmente como Perú (atacameños y otras culturas nortinas), Argentina (diaguitas, mapuches, huilliches, picunches y pehuenches, entre otros) y Oceanía (onas y yaganes). Estas culturas habitaron armoniosamente hasta la llegada del imperio español en el siglo XVI, quienes formaron una Capitanía General en lo que hoy es Chile. Esta forma de administración cumplía fines meramente estratégicos, constituyéndose como zonas de avance en la lucha contra los lugareños enardecidos y los piratas. La Capitanía General de Chile no tenía la menor importancia comercial o económica para el imperio y se destacaba únicamente por ser un vulgar regimiento ocupado por indígenas extremadamente agresivos. He aquí donde se produce el evento más significativo para el surgimiento de nuestra subespecie: la fusión entre los militares españoles desempleados y exiliados a un territorio agreste y frío, y los indígenas sobrevivientes de la asolación del territorio, representados principalmente por los mapuches.

Pese a lo obscura y triste que suena la historia, el Homo chilensis logró encontrar la felicidad, pudiendo salir de la amargura propia del contexto y desarrollarse como un individuo distinto a sus culturas progenitoras, al punto de independizarse del imperio español y construir una nación con comidas, música y folklore propios.

Más tarde, durante los siglos XIX y XX, el chileno recibió la influencia de los inmigrantes alemanes e italianos, quienes se destacaron por sus aportes gastronómicos y campestres, más que por su influencia intelectual. Asimismo, hacia la década de los ’40, nuestro país, solidariamente, sirvió de refugio para algunos españoles que huían de la guerra civil, caracterizados principalmente por el resentimiento propio del comunismo y el socialismo.

Estas ricas fusiones culturales configuran al actual Homo chilensis, quien denota un poderoso arraigo al sustrato territorial, drásticamente reducido durante el transcurso de los siglos, limitándonos a una angosta franja de tierra cercada por el desierto más árido del mundo, la gélida Antártica, el inconmensurable Océano Pacífico y la imponente pared montañosa conocida como Cordillera de los Andes. Es en este punto donde creo encontrar la explicación al tono nostálgico y soñador que posee el Homo chilensis. ¿Será que nuestra subespecie estuvo tanto tiempo aislada de sus congéneres que añoraba desesperadamente salir algún día?...

Sin embargo, este mismo aislamiento resultó ser nuestra arma más preciada para surgir del “oscurantismo”. El Homo chilensis, al estar recluido en un territorio frío, árido y prácticamente carente de recursos naturales, debió utilizar su ingenio y sagacidad, de manera de poder extraer su propio alimento y subsistir. He aquí la raíz del tan bien conocido y respetable “ingenio chileno”. Ese ingenio que nos permite utilizar hasta el más despreciado recurso para salir airosos de un problema.

Este ingenio es bien conocido a nivel mundial y puede observarse fácilmente. Por ejemplo, el chileno, estando de viaje, al verse escaso de toallas, shampoos, jabones y otros artículos, toma aquellos que encuentra libres en los hoteles donde se hospeda. Otro caso esclarecedor corresponde a nuestra querida nueva moneda de 100 pesos. El Homo chilensis, sagaz y observador, notó que la moneda nacional es extremadamente parecida a la moneda de un euro. Es así, como el chileno, al notar que no posee más divisas, utiliza los 100 pesos en cualquier máquina dispensadora o teléfono disponible para salir, de esa manera, del apuro del momento.

El cautiverio descrito nos ha permitido además desarrollar un espíritu de trabajo notable, otorgándole al Homo chilensis un lugar de importancia a nivel mundial, como una de las culturas con más horas de trabajo al día por empleado. Con respecto a esto, existen algunas consideraciones menores referidas a las bajas tasas de productividad, pero que son atribuibles al ensimismamiento del chileno quién, a través de su ingenio y su carácter soñador, dedica gran cantidad de horas diarias a su desarrollo intelectual y cultural.

El frío y el aislamiento nos han hecho desarrollar nuestra propia forma de vestir, caracterizándonos por utilizar tonos grisáceos y obscuros en nuestras vestimentas, descartándose colores llamativos y vivos. Para ello basta salir a la calle y comprobarlo rápidamente.

Por razones similares, el Homo chilensis es un animal tremendamente arraigado a sus costumbres y tradiciones, así como a una rica y nutrida vida familiar. Es en este contexto como la figura femenina, en la forma de la madre, forma un rol omnipresente en la vida de todo ejemplar macho de nuestra subespecie, característica que nuestro dialecto propio denomina como “mamón”.

Con respecto al idioma, podemos afirmar que éste se basa principalmente en el español (andaluz), el cuál, debido a las influencias externas y las propias circunstancias adaptativas, se ha ido transformando y degenerando en el dialecto ordinario que todos conocemos, caracterizado por la escasa utilización de la letra “s” cuando ésta se ubica al final de las palabras y la transformación de la terminación “ado” por “ao”, ambas, herencias de Andalucía. Algunas terminaciones lingüísticas han evolucionado, como por ejemplo, “ie” en “e”, “es” en “í” y “ada” en “á” (por ejemplo, tienes-tení y saltada-saltá). Por su parte, y como consecuencia de la rudeza del español y la influencia “mamona” descrita con anterioridad, innumerables palabras son utilizadas en su forma diminutiva, como puede observase en la siguiente oración: “Manolito, ¿podría pasarme las tacitas y el pancito, para que nos podamos sentar en la mesita y tomar tecito?”

Cabe destacar el desarrollo de una serie de palabras, vocablos, onomatopeyas y sonidos guturales que configuran el “hablar” del Homo chilensis, al punto de generar un idioma totalmente diferente y distintivo, difícil de entender para otras especies foráneas.

La naturaleza de nuestra especie incluye un espíritu de superación el cual ha crecido y se ha desarrollado debido a las circunstancias adversas del entorno. Caso esclarecedor de esto corresponde el entorno laboral del Homo chilensis, en donde, poniendo a prueba su espíritu de lucha, nuestra subespecie recurre a cualquier medio para ascender en posiciones laborales, en detrimento del individuo que la esté ocupando. Algunos de los medios comúnmente aceptados por la sociedad corresponden a los “cahuines”, “pelambres” (definiciones idiomáticas) y todo tipo de calumnias disponibles capaces de deteriorar al individuo jerárquicamente superior. También se recurre a otra herramienta altamente arraigada en la idiosincrasia nacional, vulgarmente definida como “pasarse la pelota” y que se interpreta como la incapacidad de asumir las responsabilidades de lo actos realizados con el fin de salvar el propio honor.

Es en estas circunstancias donde vemos el espíritu igualitario del Homo chilensis, demostrado en la intolerancia ante cualquier forma de éxito por parte de otro ejemplar, queriendo siempre tenerlo a su mismo nivel, el cual, se espera, sea el más bajo posible.

Por último, y como consecuencia de las características descritas, el Homo chilensis ha desarrollado un cierto tono de soberbia sobre sus congéneres latinoamericanos, potenciada por logros diversos que se han desarrollado en los últimos 30 años. Esto mismo ha hecho que nuestra subespecie sea auto referente y con una escuálida capacidad de auto crítica. Por razones fisiológicas y socioculturales, este orgullo tiende a desvanecerse cuando el Homo chilensis se enfrenta contra un espécimen diferente en un combate ritual deportivo.


Estimado lector, sin más, y esperando haber podido plasmar humildemente algunos de nuestros rasgos, no me queda más que despedirme y recordarle que las cosas no siempre son malas. Lo importante es darse cuenta de ellas y tornarlas buenas. Hay que reconocerlo, al final, tenemos más cosas buenas que malas, porque, mal que mal, somos chilenos.

Y si es chileno, ¡Es bueno! (¡e' gueeeeeno!)...


Nota al margen: El presente artículo pretendió describir algunas características de nuestra idiosincrasia en términos GENERALES. Bajo ninguna circunstancia se buscó herir susceptibilidades personales, sino evidenciar, en parte, lo que somos.

sábado, 7 de julio de 2007

24.500-03


No he podido dejar de notar por estos días el furor que empieza a producirse en Chile (Santiago) por los archiconocidos trabajos de invierno, con campañas como “Un techo para Chile”, y las misiones evangelizadoras. Para nadie es desconocido que los chilenos –y en particular, la juventud- somos espontáneamente solidarios.

¿Cuántas veces al día se ven personas con calcomanías de alguna campaña solidaria estampadas en la solapa?, ¿Cuántas veces se ven personas dando monedas al mendigo de la esquina o al músico de turno del troncal en el que vamos?, ¿Cuántas veces debemos escuchar a la cuadrilla de misioneros que se acerca para invitarte a “la última oportunidad de tu vida” para misionar y evangelizar al pueblo de Dios?, ¿Cuántos comerciales sobre mediaguas debemos resignarnos a ver en la televisión?

Y es eso no es nada comparado a la batahola que se arma cuando llega la Teletón. Todas las empresas y marcas conocidas que se precien comienzan a maquinar campañas publicitarias millonarias para darle valor a su marca y destacarse o, dicho de manera políticamente correcta, destacar su desinteresado amor filantrópico por los niños minusválidos.

Every single Chilean corre al banco más cercano para depositar la cantidad de dinero que más estime conveniente, acorde con su amor y generosidad (y con cuanto pretenda gastar en el carrete de esa noche…)

Está bien, hasta el momento podrá leerse que no estoy de acuerdo con estas loables iniciativas, sin embargo, esto no es cierto, o al menos, no completamente. Es cierto que debemos apoyar e impulsar campañas como los trabajos de invierno y las misiones, para que nuestro país sea capaz de mitigar -no superar- la pobreza (como sabe cualquier persona que haya estudiado un mínimo de economía, la pobreza es prácticamente insuperable). Por su parte, la Teletón es una instancia renovadora y original que permite otorgar tratamientos físicos y psicológicos a los niños discapacitados de nuestro país, además de ayudarnos a elevar nuestro espíritu, llenándonos de orgullo. Llega a tal punto nuestra generosidad, que la idea se ha exportado a otros países como México, al igual que un techo para Chile que ha llegado a países como El Salvador y Uruguay, destacándonos en el continente, no sólo como un ejemplo de estabilidad económica, política y social, sino como pioneros de la solidaridad y la entrega desinteresada… bla, bla, bla, etcétera, etcétera, etcétera (que va, soy chileno, me gusta alardear sobre los exiguos logros de nuestra sociedad, que son monumentales, según nosotros, a los ojos de los vecinos).

¿Para dónde vamos?, se preguntará mi querido lector a estas alturas. ¡Simple!

Hay dos puntos que todas estas iniciativas solidarias dejan de lado o abordan muy someramente. En primer lugar, y como dice el antiguo proverbio, la caridad comienza por casa. ¿A qué me refiero con esto? La solidaridad, de la que tanto nos vanagloriamos, raramente se ve en el día a día e incluso, con nuestros más cercanos (me incluyo). Un ejemplo evidente de esto es nuestro querido representante del primer-mundista sistema de transporte público santiaguino: el alimentador C-02. Todas las tardes, este bus baja repleto de estudiantes quienes, cómodamente sentados, son incapaces de ceder su asiento a las empleadas domésticas y obreros que, por lo bajo, tienen más de 30 años que ellos y están, por lo menos, 10 veces más cansados. Así ocurre con una infinidad de ejemplos como las colas de supermercados que deben hacer los ancianos, la incapacidad de compartir uno de los tres asientos desocupados de un auto cuando se ve a un conocido de la universidad o instituto, la imposibilidad de darle la pasada a un automovilista para que no esté esperando eternamente, la histeria y rabia crónicas propias de los bocinazos, el deseo incontrolable por injuriar y calumniar a los demás (se recomienda leer el artículo “Panem et circenses”), el afán insaciable de aserrucharle el piso a las personas exitosas, entre muchos -y digo MUCHOS- otros ejemplos.

El segundo punto que queda de lado, y que es más grave aún, es la educación. Pese a que todas las campañas e instituciones persiguen ensalzables metas, ninguna de ellas o, mejor dicho, muy pocas, buscan preparar INTELECTUALMENTE a los marginados.

La mayoría de las personas (o al menos eso espero de mis lectores) tienen claro que la clave para salir del subdesarrollo, de la degradante desigualdad económica de Chile y reducir la pobreza, es la educación. Esto, que a mi parecer suena tan obvio, no es tan evidente para todos los dirigentes y personeros representantes del ideario solidario. Me intriga un poco el porqué de esto. ¿Tal vez sea inconveniente tener una plebe instruida?...al menos sabemos que la mano de obra sería más cara.

En fin. Podríamos seguir eternamente desarrollando ideas sobre la relatividad de la solidaridad chilena, pero definitivamente me tiene sin más cuidado que el que ya expuse en las líneas anteriores.

No me queda más que recordarles que le dejen su monedita al mendigo de la esquina y al cantante de la micro en la que van. No olviden sus donaciones a la campaña de turno para que, de esa manera, puedan pasearse con su calcomanía y demostrar anónimamente su solidaridad…¡Ah! y no olvidar depositar sus pesos en la cuenta 24.500-03 del Banco de Chile el próximo mes de diciembre…

Nota al margen: Una sonrisa, ser gentiles, un “buenos días” y un par de minutos de su vida pueden ser mucho más necesarios que una moneda.

miércoles, 4 de julio de 2007

Panem et circenses


Amo la farándula todo el rato…

Amo ese bichito que empieza a aletear en mi interior cuando prendo el televisor en el programa de farándula de turno…

Amo ver como pseudo-periodistas, periodistas fracasados, ex-managers, peluqueras con complejo de bailarín de boliche de poca monta, y todo tipo de fauna lesbiánico-gay, comienzan a ningunear al futbolista, modelo, cantante o bailarín de moda perteneciente a la zoología televisiva chilena…

Amo ver como se desollan mutuamente, prometiéndose y hasta jurándose demandas, querellas y todo tipo de artimañas legales posibles a modo de vendetta…

Amo todo esto… que curioso, ¿de dónde vendrá este amor desenfrenado por el morbo y la vida privada de las personas?

En el afán de encontrar una respuesta a mi pregunta, no me quedó otra opción más que remontarme a la historia. Cuentan los libros que nuestros abuelos, los romanos, pasaban horas en los llamados “circos romanos”, disfrutando las célebres carreras de carros y otros juegos, pero por sobre todo, las luchas de gladiadores. En estos bárbaros y sangrientos espectáculos, el combatiente en cuestión se enfrentaba y trataba de dar muerte a otro luchador o bien, a cualquier otra bestia capaz de descuartizarlo salvajemente a la vista y paciencia del pueblo y la autoridad.

Han pasado más de 20 siglos desde esa época y nuestra segura y estable sociedad occidental ha evolucionado de manera notable, tanto política como intelectualmente. La urbanidad y la diplomacia se han impuesto sobre la barbarie y podemos asegurar que nuestra civilidad no permitirá que estos espectáculos vuelvan a la palestra… ¿o sí?

La verdad es que los circos romanos, y en particular las luchas aludidas, no desaparecieron. Al igual que la sociedad en su conjunto, estos espectáculos evolucionaron, pero de manera mucho más radical y drástica. Claramente, hoy no disfrutamos de la hermosa manifestación artística presente en el eviscerado y desmembrado de un cuerpo humano (que tanto apreciaban nuestros antepasados), pero sí nos deleitamos con una de sus formas evolutivas: la “opinología”, o ensañamiento descontrolado por la vida privada de las personas públicas.

Que más da, no podemos más que aplicar el viejo proverbio latino “Panem et circenses”… pan y circo para el pueblo. Nuestra querida masa humana nacional (plebe) debe alimentarse de pan y de circo. ¡Y vaya circo el que exige!

Cada día más, los programas de “opinología y farándula”, como se autodenominan, exhiben la vida privada de los personajes del momento, entre los que destacan cantantes, bailarines, animadores de televisión, actores, periodistas, artistas mediocres, futbolistas y las nunca bien ponderadas modelos. Todos personajes que, más que destacar por sus logros y méritos profesionales, saltan a escena por algún escándalo de poca monta, romances adúlteros, operaciones estéticas o cualquier otra nimiedad que, a la vista del pueblo, constituyen problemas existenciales de proporciones épicas.

Semana a semana, personajes con dudosa preparación universitaria, así como periodistas desempleados y mediocres, ilustran al pueblo con la algarabía del momento, recurriendo a fuentes de dudosa procedencia y existencia para inmiscuirse en lo que civilizadamente suele llamarse “vida PRIVADA”.

Pero bueno, la plebe lo exige (o al menos eso muestran las ventas de diarios y la sintonía televisiva). No queda otra más que resignarse y escuchar como las personas cuchichean sobre escándalos y personajes, cuyos nombres –y me refiero al que aparece en la cédula nacional de identidad – pocas conocen, salvo por vocablos y palabras a modo de pseudónimos (“Mago”, “Luli”, “Coté”, entre una infinidad).

¡Que más da!, a relajarse y ver como personas sin vida tienen que recurrir a la privacidad de otros para justificar su propia existencia. Sigamos apoyando a esa parte del gremio periodístico que día a día nos entretiene con el circo…nuestro propio circo romano…

jueves, 28 de junio de 2007

Dale más gasolina… ¿o parafina?

¡Ya! ...está bien, démosle un crédito al tan popular reggaetón…

Hace unos días, en una tarde de ocio (que por estos días no son muy comunes), tuve la desdicha de encender el televisor en el canal nacional neo-marxista.
Para desgracia de mi oído y de mi estómago, estaba sonando el ritmo caribeño, acompañado de ese hermoso y sofisticado baile tribal de cortejo que lo caracteriza. En primera instancia, no pude dejar de notar la impresionante similitud entre el movimiento pélvico nacional y el puertorriqueño y caribeño en general…probablemente una ballena mueve su cintura con más gracia.

Visto esto, no pude hacer más que resignarme a apagar la caja idiota y pensar en cuántos niños chilenos estarían cultivándose con tan exquisito y refinado ritmo. Pleno horario infantil y el sexo era prácticamente explícito. En fin, tengo la fortuna de no ser más un niño, así que la influencia siniestra y retorcida del “rascatón” difícilmente se apoderará de mi mente. Pero no puedo dejar de pensar en las pobres criaturillas, que por estos días no tienen padres, hipnotizadas con el ritmo monocorde y sin sentido del reggaetón.

Cuando dejé de cavilar en la infancia nacional, no pude más que remitirme a la tan querida burbuja… ¿Por qué es tan popular este ritmo entre las personas “supuestamente” más cultas? La respuesta me pareció simple…es una forma de tener sexo -o fantasear al menos- en una subcultura donde, en cierta medida (de la boca para afuera), está prohibido. Se me vino una sola palabra a la mente… “Patético”.

¿No será mejor terminar con la hipocresía e invitar a la pareja del cortejo a la cama?...suena más fácil. Al menos, en el caso de un rechazo, puede ser más llevadero que seguir fantaseando eternamente.
Pero el asunto no quedó ahí…tuve que ir más allá e investigar la pila desde donde brota este elíxir cultural. Y finalmente di con este párrafo que me dejó pensando:

“…Nace sobre todo desde gente que no tiene mucha esperanza ni recursos y se establece como una expresión cultural, con música, lenguaje y hasta vestimenta propia”.

Tuve que aceptarlo, el reggaetón es una expresión cultural, pero en el sentido de una crítica social y un grito desesperado de los marginados; miembros de un continente desigual y egoísta…sentí lástima. Me dio pena que el mensaje se desvirtuara tan drásticamente…no logró llegar ni por casualidad...

Decidí no seguir pensando en el asunto. Me agobió un poco y me dejó una cierta incertidumbre en la cabeza. Ahora dudo de la facilidad para desarraigar esta música masiva y plástica, no por su vulgaridad intrínseca, sino por su mensaje oculto que quizás logre salir a la luz…

Definitivamente, más que gasolina, parafina…