martes, 30 de octubre de 2007

Pelogoticoemokemon Skater con un toque Ondulais…


Después de haber disfrutado de una magnífica tarde de sábado, empapada por la ópera y el sol primaveral, uno podría llegar a pensar…¿qué puede salir mal? Pues bien, he aquí la historia…

A eso de las cinco de la tarde del sábado recién pasado, me encontraba yo en una de las sillas del Teatro Municipal de Santiago, esperando el comienzo de Die Zauberflöte, de Mozart. Luego de una electrizante obertura –matizada por una anciana senil que me irritaba con un papelito de dulces singularmente crepitante- y de innumerables arias y recitativos, el singspield terminó en una atronadora seguidilla de aplausos y vítores que, a mi juicio, fueron excesivos para la Reina de la Noche. Podría decirse, coloquialmente, que “anduvo güateando”, no sólo por su evidente obesidad, sino también por su desafinación en el aria Der Hölle Rache Kocht In Meinem Herzen. Sin duda alguna, Hannibal Lecter hubiese disfrutado un delicioso Chianti con el exquisitamente bien preparado hígado de la cantante.

Bueno, bueno; pero no es de la ópera de lo que quiero escribir, sino de lo que vi fuera del teatro. Acabados los aplausos, salimos a la calle para llegar al auto de mi muy buen amigo, personal e intransferible, que me regaló la entrada a la función. Cuando estábamos a tiro de piedra de la entrada del teatro, mis más profundos temores afloraron… Torciendo la esquina de una de las calles, veo pulular hacia mí a un ser arrancado del mismísimo averno. Instintivamente, mi mano abrazó mi cuello, como queriendo proteger desesperadamente mi vena yugular del ataque inminente que se avecinaba. Las pupilas dilatadas, el sudor frío y la sangre corriendo a galope tendido a mis piernas estuvieron a punto de hacerme el poseedor del record de los 800 metros planos. Sin embargo, cuando él (o ella, no logré darme cuenta) hubo avanzado unos cuantos pasos más, me di cuenta de que no era más que un mocoso irreverente vestido de negro y equipado con más púas que un cactus. Ni hablar del corte de pelo y el peinado que llevaba… de los más sui generis.

En fin, una vez recuperado del susto, él/ella/eso cruzó frente a mí, no sin antes ganarse, por supuesto, una mirada asesina de mi parte, como queriendo decir “que falta te hace el servicio militar” (gracias papá por la frase). En todo caso, debo agradecer al pseudo vampiro por inspirarme a escribir sobre las nuevas (o evolucionadas) subespecies que caminan, reptan, saltan, gritan, muerden y/o pinturean por la ciudad.

Y es que con tanto bicho raro, ¿quién no se resiste a un ninguneo? Enumero: Pelolais, Ondulais, Emo, Gótico, Pokemon, Skater, Biker, Poncio y sepa Dios que otra cosa más.

Que tragicómico tener que disfrazarse y aparentar algo tan discordante con la naturaleza humana para llegar a ser aceptado. Estas situaciones ya no pasan por el mero hecho de ser conservador o liberal en cuanto a costumbres entendemos. Lisa y llanamente, los padres han perdido el total y completo poder sobre los hijos, subyugándose la figura paterna a un mantenedor simplón e ignorante, incapaz de adaptarse a “los cambios” de la época.

Francamente, ¿quién es capaz de vivir con una persona que vive en una depresión crónica o con una pinturita cuyo mayor orgullo es juntar las palabras “gaia” y “lenda” en una misma frase? ¿Quién puede tolerar a una persona que confunde la cintura con los muslos, llevando los pantalones a alturas irrisoriamente desconcertantes?

Hace no más de un mes, mientras viajaba una de las maravillas del transporte público, subió una niña, de no más de 16 años, vestida de escolar que, literalmente, me hizo estallar de la risa en su cara. Por la expresión que puso, deduzco que ese era exactamente el efecto que quería lograr. Su “personaje” –porque dudo que pueda llegar a ser así realmente- consistía en la figura de una estudiante, de rasgos marcadamente caucásicos, pero con deseos irrefrenables de ser oriental. Sus ojos estaban pintados de modo que intentaba –porque no lo lograba- parecer una oriental, resaltando unos distinguidos y vistosos brillos rosados y dorados. Su pelo, teñido de todos los colores disponibles en el mercado nacional e internacional, hacían perfecto juego con un chupete fucsia que meneaba en su boca a más no poder…¡16 años!… I mean…get a psychiatrist urgently!!!

Debo decirlo –y me perdonarán mis lectores- ¿se supone que esta mierda es el futuro de Chile? Si tengo que compartir mi futuro con esta tropa de vagos, depresivos, payasos, simplones e ignorantes; prefiero seguir los consejos de Fray Luis de León en su “Oda a la Vida Retirada” y vivir en las montañas o, en su defecto, irme a una isla desierta a parlotear con cuanto primate encuentre (sin duda alguna tendrán algo más interesante que decir que la fauna nacional).

Honestamente, una buena paliza y un “¡a trabajar!” no vendrían nada de mal, miren que para ver imitaciones de personas y seres del sub-mundo, basta encender el televisor en las mañanas o en las noches… uno que otro opinólogo, intentos de periodistas y la Marlencita son suficiente ridiculez para el pueblo…


Nota al margen: Que me perdonen Mozart y Fray Luis de León por nombrarlos en el mismo artículo que semejantes engendros.

lunes, 8 de octubre de 2007

Los Cuatro Huasos


Mis queridos lectores: en esta ocasión no vengo a ningunear. Quiero compartir con ustedes un poco del folclore chileno olvidado... Ese olvido del que Chile sabe tanto... Un homenaje a Don Fernando, mi abuelo que se ganó un pedazo de historia...

Zig-Zag, 1955

Hace veintiocho años que se cumplió aquel milagro. El milagro que operaran cuatro jóvenes "bien", vinculados a distinguidas familias chilenas, que realizan la bonita humorada de vestir un día el traje típico de nuestros huasos, rasguear la guitarra y echar al aire las hermosas tonadas y cuecas campesinas. Lo que empezó siendo una diablura, para animar el fin de fiesta de una velada bomberil, debía trocarse con el tiempo en algo muy serio y significativo: el respeto por el cantar popular, dándole prestancia y categoría.

Y era que la tonada y la cueca estaban postergadas. Y la guitarra arrinconada por ahí, tras el viejo sillón de la abuela o tirada, dormitando una larga siesta, arriba del ropero. Era la "segundona" como debía llamarla nuestra Gabriela Mistral en uno de sus mejores artículos que escribiera sobre Los Cuatro Huasos.

Porque de ellos es de quienes queremos hacer recuerdo en esta nota periodística, cocinada al calor de estas nuevas fiestas dieciocheras que han venido a encendernos el corazón de ese espíritu patriótico que corre piel adentro, inextinguiblemente.

Y fuimos a ver a "Los Cuatro huasos", esos cuatro mosqueteros que llevaron la cueca a los salones más aristocráticos, la pasearon exitosamente por toda América y la clavaron, por fin, como un banderín triunfal, en pleno "Waldorf Astoria", de Nueva York.

Los años también han corrido para ellos. Los apuestos mocetones veinteañeros de 1927 ahora peinan canas; el viento se entretuvo pintándoles arrugas en el rostro; unos enflaquecieron; otros engordaron; tienen hijos casaderos, y un par de babuchas les espera cada tarde junto al fogón hogareño. Pero una cosa no se ha extinguido en ellos: el espíritu jovial de hace 28 años se mantiene intacto...Hoy, igual que ayer, cantan y pulsan la guitarra...En sus voces cabritea otra vez la vieja cueca que les enseñara don Emiliano Figueroa Larraín, allá en Reñaca: "Esta cueca es de Reñaca donde las palmas dan leche, y la miel...la dan las vacas."

EN UNA VELADA BOMBERIL

El conjunto de "Los Cuatro huasos", nació a la vida el 27 de Julio de 1927, con ocasión de un beneficio que realizó la 1ra Compañía de Bomberos de Santiago, de la cual Raúl Velasco era y es voluntario. Él estaba encargado de organizarla y -para darle mayor animación- ideó formar con otros tres amigos un conjunto para cantar canciones populares chilenas...Y hablé con Eugenio Vidal Tagle, Jorge Bernales Valdés y Fernando Donoso Silva, quienes aceptaron encantados la idea -nos cuenta Raúl Velasco-. Lo grave fue cuando me di a la tarea de buscar los trajes. A duras penas me conseguí tres aperos, y cuando llegó nuestra primera presentación en le Teatro Victoria, cuando se descorrió el telón, aparecimos ya ubicados: dos de pie y dos sentados, pero de los primeros uno calzaba la bota la bota del lado derecho y el otro la del lado izquierdo. Como estaban detrás de nosotros , nadie notó el truco...
-Ese fue el principio. Gustó tanto nuestro número -agrega Bernales- que se nos pidió que siguéramos cantando. Para nosotros esto era un poco violento, ya que todo había empezado siendo una humorada. Justamente había sido la mamá de Eugenio Vidal quien nos había metido en la cabeza la idea de cantar cosas chilenas. Era Misia Anita Tagle, que también las cantaba. Nos entusiasmamos. Nos conseguimos unas guitarras con nuestras cocineras, aprendimos tres posturas...y nos lanzamos. Poco otro empresario nos hizo debutar en el Teatro Dieciocho, con el nombre de "Cuarteto Criollo Chileno"...En una de las últimas noches acertó a vernos otro empresario, el señor Valenzuela Basterrica, quien se entusiasmó y nos contrató a su vez para que actuásemos en el Carrera, que era en aquellos años el teatro de moda. Pero como no le gustó nuestro nombre, nos bautizó como "Los Cuatro Huasos", presentándonos con una propaganda pocas veces vista hasta entonces.

Fue el número que hizo más suceso por aquel tiempo. La gente hacía cola por ir a escuchar a esos jóvenes que "cantaban tan bien las cuecas y las tonadas". Entonces Fernando Donoso era estudiante de Derecho; hoy está casado y es padre de dos hijos. Es un alto funcionario de carrera en el Ministerio de Relaciones Exteriores. En Octubre viajará Ginebra como Cónsul General y Delegado de Chile ante las Naciones Unidas; Jorge Bernales estudiaba arquitectura y hoy es un brillante profesional; Raúl Velasco trabajaba como "junior" en el Banco de Chile y ganaba $ 159 mensuales. Hoy es un alto jefe de publicidad en Storandt Ltda. Finalmente Eugenio Vidal estudiaba Ingeniería Eléctrica, murió en 1935 víctima de una tísis galopante.

El conjunto de "Los Cuatro Huasos" se ha formado y se ha silenciado en cinco oportunidades diferentes. Pero siempre renace, como el ave Fénix, esplendoroso y optimista. He aquí las cinco etapas : 1) 1927, Bernales, Vidal, Donoso y Velasco. Actuaciones en Chile, Perú, Ecuador y Argentina; 2) Bernales, Donoso, Mondaca y Aníbal Ortúzar. Dura 12 años. Actuaciones en Argentina, Brasil, Perú , Uruguay y Estados Unidos.. 3) Bernales, Mondaca, Ortúzar y Fernando Silva. Actuaciones en Radio Soc. Nacional de Agricultura (1950) , y 5) Bernales, Donoso, Velasco y Mondaca. (1954-1955). Grabaciones RCA Victor.

Desde que nació el conjunto, en 1927 hasta ahora han transcurrido 28 años. Después de tanto tiempo, están reunidos los mismos del comienzo, salvo lógicamente, Vidal, que duerme el sueño eterno. En su lugar está Carlos Mondaca, hoy abogado de prestigio.

Ha sido un conjunto millonario. Nunca hubo artistas mejor pagados, y justamente en aquellos años cuando nuestro peso tenía más consistencia, hicieron una gira a Puerto Montt, y cada uno regresó con $ 100.000. A los tres meses de su primera aparición en un escenario, volaron a Argentina, donde cantaron durante siete meses consecutivos. A su regreso los contrató Don Francisco Sanfuentes, para que cantasen en el Teatro Principal. La platea valía entonces $ 8 y todos los días se agotaban las localidades. Don Pancho les pagaba $ 4.000 y una botella de whisky diarios. Eran potentados. Tenían auto, comían todas las noches en Becker, se vestían en la Sastrería Príncipe de Gales y veraneaban en Zapallar.

En 1939 volaron a Estados Unidos, enviados por el gobierno de Chile, para que cantasen en el stand chileno de la exposición de Nueva York. Gustaron tanto, que de inmediato los contrató la National Broadcasting Co. (NBC) y luego hasta el elegante " Waldorf Astoria " para que cantasen durante 7 días...pero los aplaudían tanto, que la dirección les prorrogó las actuaciones hasta completar 21 días....en circunstancias que años antes el popular Carlitos Gardel apenas cantó una sola noche, allí cantaban "Ay, Ay, Ay" , "Ramito de Toronjil", y un pie de la cueca "La Palma" . Siempre igual. No les permitían salirse de ese programa. Los presentaba la famosa Orquesta de Xavier Cugat a los acordes del "Ay, Ay, Ay" de Perez Freire. En esa ocasión fueron los primeros artistas latinoamericanos que cantaron en un programa de televisión en EE.UU.

Cerca de doscientos discos han grabado hasta ahora "Los Cuatro Huasos" . Pero de esas primeras tiradas ya no quedan ejemplares. Ahora la RCA Victor los reunió de nuevo, para regrabar los viejos éxitos de antaño: "Matecito de Plata", "Bajando P´a Puertro Aysén", "Ay, agüita de mi tierra", "La Palomita", "La Palma", "Río, Río", " El Rodeo", etc. Los cuatro mosqueteros de la canción chilena continúan defendiendo de esta manera, con sus sonoras guitarras, el prestigio de nuestros cantares tradicionales. Bien por ellos.

Escrito por O. Muñoz-Romero.